El andaluz, ese español hablado en Andalucía que ha bebido de todas las lenguas y culturas con las que ha estado en contacto, lejos del estigma del desprestigio social, es una de las variantes más ricas del español.
Términos como hype, ghosting, tip o trending topic están a la orden del día y no nos hemos molestado en utilizar los equivalentes que nos ofrece la lengua de Cervantes para hacer nuestros los nuevos conceptos del mundo globalizado. El andaluz, en cambio, sí aprovechó la influencia anglosajona en su tierra, para designar con palabras propias las nuevas realidades del momento. Algunas de ellas gozan hoy de cierto reconocimiento entre el hablante culto.
La presencia de americanos en la base naval de Rota a partir de los Pactos de Madrid en 1953 (que permitía instalar cuatro bases norteamericanas en territorio español, una de ellas en este municipio gaditano), la huella británica en las minas de Huelva o la dilatada convivencia de españoles y británicos en Gibraltar han dado como resultado decenas neologismos, palabras formadas a partir de otras de origen anglosajón, que se siguen utilizando a diario y que enriquecen, todavía más, las hablas andaluzas.
Y es que antes de ser ‘guiri’, el forastero dejó un vestigio lingüístico que sigue vivo en el sur de España.
Flí
¿Quién no se ha referido al espray contra mosquitos, cucarachas u otras inoportunas especies como «flí»? En Andalucía, el término insecticida es cosa de muy pocos y, en su lugar, flí está extendido por buena parte de la comunidad. Existen dos teorías relativas al origen de esta palabra. Por un lado, que proceda del inglés fly (mosca) o bien atribuido a la marca insecticida Flit que, en sus inicios, comercializaba una bomba de hojalata que esparcía el producto mediante un émbolo. El producto original fue creado en 1923 por el químico Franklin C. Nelson y fabricado por la Standard Oil Company de New Jersey, cuyas ilustraciones de Dr. Seuss no tienen desperdicio.
Guachisnai – Cádiz
El término más extendido a lo largo y ancho del país es el popular guiri, extranjero o forastero. En Cádiz, sin embargo, existe una palabra genuina para referirse a los turistas que aterrizan en la provincia: ‘guachisnai’. Se trata de una deformación fonética de ‘What’s your name’.
Linquindoi – Málaga, Cádiz
Al parecer, los lingüistas y expertos no se aclaran respecto al lugar en que surgió esta palabra. El profesor del Pozo asegura que es una voz puramente malagueña aunque el doctor Pedro Payán Sotomayor sitúa su origen en Cádiz. En cualquier caso, tal y como señala Antonio Burgos, la raíz en ambos casos es marinera y se vincula a las ciudades portuarias y pesqueras andaluzas hacia los siglos XVIII y XIX. «El liquindoi es el look and do it, mirar y hacerlo, voz preventiva para las voces ejecutivas de los marineros ingleses a los estibadores gaditanos o malagueños que estaban descargando el barco de arroz». Ahora ya sabes que si alguien te increpa con un aliquindoi o linquidoi debes estar atento, al loro.
Chumino
Resulta que una de las ordinarieces más extendidas en el andaluz (e incluso en gran parte del país) deriva de la expresión inglesa show me now con la que los marineros ingleses invitaban a las prostitutas, que frecuentaban el puerto de Cádiz, a levantarse la falda para enseñarles sus partes pudendas.
La Huelva minera
Chipichanga: viene a referirse a una persona de poca monta y alude a los shipchandler, los provisionistas de barcos que se dedicaban al trapicheo de monedas antes de que los cargueros, abarrotados de mineral, regresasen a su punto de origen.
Manguara: los ingleses pronto se toparon con el popular agua ardiente que tomaban los vecinos de Andévalo. Este licor seco, entendían los ingleses, solo podía ser cosa de hombres así que lo bautizaron con el nombre de man water. Los lugareños no tardaron en acomodarlo a su lenguaje popular.
Candié: del inglés candied egg (huevo azucarado), era un especie de ponche aperitivo elaborado a base de yema de huevo, azúcar y vino añejo, que se daba como reconstituyente a las personas faltas de apetito, principalmente a los niños.
Gibraltar, La Línea: guía del llanito
No es de extrañar que en Gibraltar y los pueblos colindantes hayan adaptado expresiones inglesas al andaluz (y viceversa). Y es que aunque el llanito (o yanito), ese simpático híbrido entre el andaluz y el inglés, se habla exclusivamente en el municipio del peñón, algunos de sus términos han atravesado la frontera.
Carne combí: Conserva de carne de ternera o corned beef. Hace no tantos años era uno de los productos tradicionales más demandados por los españoles en Gibraltar.
Chingua/chinga: este arcaísmo procente de chewing gum significa chicle.
Cuécaro: Copo de cereal. Se aplica hoy en día a los cereales de desayuno y viene de la marca de gachas de avena Quaker Oats.
Fingar: sinónimo de robar. En este caso, aunque también comparte el origen anglosajón, no proviene de un verbo similar sino del sustantivo finger, dedo.
Focona: designaba la zona en la que la guardia inglesa controlaba la frontera de Gibaltrar, los four corners. Su uso se extendió y La Línea incluso conserva una calle con este nombre.
Ehegaray: se refiere a los vigilantes encargados de expulsar a los alborotadores públicos y que procede del inglés chucker-out. Su deformación durante los años originó un término muy usado no sólo en el Peñón, sino también en La Líea.
La lista es extensa y contempla muchos otros términos como Mebli (marble), en lugar de canica; liquirbá (liquorice bar) para referirse al regaliz; panequi, por plum cake, el bizcocho con trozos de fruta escarchada o pasas o rolipó, que es una formación de lollipop, chupachups o pirulí.