Si en el camino está el designio del Señor, la Venta que presentamos a continuación es, desde luego, una delicia consagrada en mitad de la nada.
Si tu pretensión es elaborar un bocadillo como es debido y dar la vuelta al mundo no tendrás ningún problema si te llamas La Butibamba. La prueba la tienes en los 200 años de historia que amparan este restaurante situado en el tramo de la carretera N-340 de Málaga. La Butibamba es una venta que conoce todo buen malagueño, veraneante o transeúnte que tenga a bien tomarse un buen bocata cerca del mar. Bien porque haya estado, bien porque haya escuchado de ella. Y no es para menos, su enclave, y la atmósfera y aroma que desprende hacen las delicias de cualquiera.
Su elaboración estrella es el bocadillo de lomo de cerdo, bautizado con el mismo nombre del local. La carne está macerada a fuego lento en ajos granaínos, orégano, pimentón dulce, vinagre de manzana, manteca ibérica y sal. Con tales descripciones queda claro que es el interior de este bocadillo el caballo ganador de La Butibamba.
Los Porras, la familia que regenta esta venta, se han formado traseando los peroles y fogones de su cocina desde el año 1800. Y Butibamba, si ustedes se lo preguntan, por las ‘bambas’ que se pescaban los arrieros a base de vino cuando paraban aquí a reponer fuerzas.
La receta y su ingrediente secreto, tantos años después, siguen incólumes. Las primeras mujeres que administraron esta cocina empleaban la grasa del cerdo para conservar la carne y La Butibamba, en pocas palabras, era un clásico plato de la cocina de la escasez.
Por aquí han pasado, según aseguran sus propietarios, Ernest Hemingway o Camarón de la Isla y su clientela se cuenta por decenas de miles. Y se sirven, claro está, toda clase de platos combinados, bocadillos y desayunos que, además, puedes disfrutar desde cualquier parte gracias a su servicio para llevar.
La Butibamba es la resistencia en un mundo que busca rentabilizar cada esquina, donde el capricho temporal de unos cuantos parasita el día a día del resto. Pocos locales como este aguantan el envite de la comida en bol, los envites de la pandemia o los quioscos modernitos junto al mar.
Mientras sigan en pie, habrá que pegarse un homenaje de vez en cuando y comprobar que las bondades de este rincón tradicional siguen vigentes.
Foto de la portada: @marcelozanni1 / Instagram